Dos personas distintas, dos vidas contrarias, un famoso cantante y un bailarín de la calle, pero a los dos al mismo tiempo la misma idea les recorre la mente; dos chicas que sin ellos saberlo son amigas desde hace mucho tiempo y está unidas como si la misma sangre corriera por sus venas.
Cody no paraba de pensar en Elle, en sus cascos sonaba la canción de James Arthur, Impossible, el reloj marcaba las doce menos cuarto
pero él no se la podía sacar de la cabeza, hay miles de chicas en el mundo y
justo se había enamorado de una que tiene novio, ni siquiera la había visto
pero por ella había sentido más que por ninguna chica jamás...
Su cabeza no pudo continuar con sus pensamientos ya que alguien llamó a
la puerta
Adelante - dijo el chico desde su cama
Hola hermanito - dijo su Ali acomodándose en un lado de la cama
¿Qué pasa? - preguntó Cody sin mucho entusiasmo
¿Otra vez esa chica? - respondió su hermana - ¿no puedes pasar de ella o
llamarla e invitarla un día a cenar?
Creo que del cerebro, pero no estoy muy segura - dijo sonriendo - pero tu
hazme caso que se acercan la Navidad y es época de cumplir los deseos
Cody después de mucho pensar en la idea de su hermana por fin cayó
rendido en su cama
Jordan por su parte no había podido conciliar el sueño hasta tan elevadas
hora ya que en su mente solo se la imaginaba a ella, con larga melena dorada
cayéndole sobre los hombres, esa sonrisa arrebatadora y esos ojos con los que
no podía parar de soñar.
¿Se estaba volviendo loco? ¿Tal vez de amor? ¿Se estaba enamorando de
Lucie? Ninguna de estas era fácil de responde aunque él si sabía la respuesta y
su mejor amiga y mejor amiga de Lucie también lo sabía, le había prometido
hacer todo lo posible para que sus notas llegaran al destinatario deseado. Se quedó pensando en esas cartas que le había
escrito, con todos sus sentimientos plasmados en un papel y esas horas
dedicadas en ellas y como surgidos de su interior un torrente de sensaciones y
recuerdos le recorrió la mente y no tuvo más opción que expresar de nuevo todo
aquel torbellino de palabras que transmitían su yo más escondido, su yo
romántico y apasionado, su yo tierno y dulce que solo una persona había podido
despertar, y así como le vino lo escribió:
Cada día te quiero,
un día te respeto,
otro te admiro,
otro te sueño
un día te respeto,
otro te admiro,
otro te sueño
pero siempre te
quiero,
porque amanecer es quererte,
y estar sin ti, mi muerte.
Después de
haber podido expresar todo sus sentimientos, sucumbió a Morfeo y se quedó
dormido con el poema en mano.
porque amanecer es quererte,
y estar sin ti, mi muerte.